Los condicionantes geográficos y naturales han favorecido el crecimiento de la economía española al propiciar el desarrollo del turismo a partir de la década de los sesenta del siglo pasado. Pero hasta ese momento lo retrasaron. Dos de los factores que más pesaron en este desfavorable balance fueron la pobreza del suelo y la aridez del clima en buena parte del país.
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