El informe sobre el Comercio
Mundial 2010 de la Organización Mundial del Comercio (OMC), contiene un
apartado dedicado al comercio de los recursos naturales. Además de interesantes
estadísticas, se hace eco del debate sobre si el desarrollo tecnológico nos
permitirá superar los límites impuestos por la finitud de los recursos y evitar
el consiguiente deterioro del planeta. Los “optimistas” argumentan que eso es
lo que viene ocurriendo; para ellos la prueba es que el precio de los recursos naturales ha bajado en
las últimas décadas. Yo me alineo con los “pesimistas”. El contraargumento es
claro: a pesar del indudable progreso tecnológico, todos los informes
ambientales de prestigio señalan que la Tierra y sus recursos están cada vez
más deteriorados. Si las materias primas bajan de precio es porque su oferta ha
aumentado y aquél no internaliza adecuadamente los costes de explotación de los
recursos humanos y naturales. Además, para fijar precios, el mercado se guía,
entre otros factores, por el valor añadido, que es el resultado del
conocimiento técnico aportado por los seres humanos en la transformación de los
recursos naturales, que son la base de cualquier producto o servicio que
consumimos. Esta es otra de las razones por las que el precio de los productos
sin transformar es menor. De momento la producción es suficiente para atender
la demanda, pero las estimaciones han constatado que, para ciertas materias
primas estratégicas, el panorama puede cambiar mucho antes de 2030, y entonces
la subida de precios podría ser inevitable.
Es obvio que nuestra civilización depende de los recursos
naturales, y que el desigual reparto y la creciente presión sobre los mismos
puede llevar, lleva ya de hecho, a tensiones que no pueden depararnos nada
bueno. Este artículo habla de la situación de los recursos naturales
estratégicos (RNE).
Desigual reparto
La producción de los RNE está concentrada en diversas
regiones del planeta. Segú la OMC, los grandes centros demandantes deben cubrir
la mayor parte de su consumo con importaciones:
- Europa es importadora neta de todo tipo de RNE, al igual que Japón y Corea.
- EE.UU es exportador neto de productos forestales y minerales, pero importador neto de los restantes RNE.
- India y China sólo exportan pescado, e importan todo lo demás, si bien China concentra buena parte de la producción de tierras raras.
La producción se concentra, en muchos casos, en países
pobres y políticamente inestables, para los cuales disponer de tan valiosos
recursos se convierte, a menudo, en una maldición.
Agua
Según la ONU, la humanidad se enfrenta a un gravísimo
problema de escasez de agua (Naciones Unidas, 2009). La disponibilidad de agua
es muy dispar: la de un canadiense es de 87.000 m3/año, la de un
estadounidense de 9.800 m3; por el contrario, un egipcio tiene sólo
700 m3 y un saudí 95 m3. En el mencionado informe de la
OMC se afirma que “las limitadas reservas mundiales de agua dulce y potable
para consumo humano están disminuyendo con rapidez, lo que supone una grave
amenaza para la salud pública, la estabilidad política y el medio ambiente”.
Atmósfera / clima
La intensidad del cambio climático, fenómeno del cual cada
vez hay más evidencia científica, depende de la concentración de gases de
efecto invernadero en la atmósfera. Y ésta no deja de crecer porque las
emisiones totales siguen aumentando. Si en 2001 cada habitante de la Tierra
emitía, de media, 3,8 Tn de estos gases, en 2007 la cifra era 4,4 Tn. De nuevo, encontramos una
distribución muy desigual: en 2008 un indio emitía 1,31 Tn, un español 8,86 Tn
y un australiano 20,8 Tn.
Bosques
En el Informe de la Organización de Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) Evaluación de los
recursos forestales mundiales 2010, se señaló que el índice total de
deforestación seguía siendo alarmante, aunque estaba disminuyendo. Según el Banco Mundial, entre 1990 y 2007, la
pérdida de bosque registrada en un conjunto de 30 países ascendió a 1.603.000
km2 (más de tres veces y media la superficie de España), de los que
la mayoría se perdieron en bosques tropicales, destacando con fuerza Brasil y,
a continuación, Indonesia.
Pesquerías
La FAO afirma en su estudio Situación Mundial de la pesca y la acuicultura 2010 que “la
proporción de poblaciones (de peces) sobreexplotadas, agotadas o en
recuperación aumentó desde el 10 % en 1974 hasta el 32 % en 2008”. El mar ya no
da más de sí. Las capturas están estancadas o ligeramente a la baja. Aunque,
afortunadamente, el incremento de la demanda se satisface gracias a la
piscicultura, la continua presión sobre las poblaciones de peces marinos
acentuará la sobreexplotación del mar.
Combustibles fósiles
Según el informe Energy
(r)evolution, editado por Greenpeace y dos organismos vinculados a las
energías renovables, tendríamos carbón para rato: las reservas exceden en 3.000
veces la extracción anual mundial de este mineral. Al ritmo actual de consumo,
habría gas y petróleo para otros 40 ó 50 años. Si se consideran también las
reservas no convencionales de estos dos combustibles fósiles, que se pueden
extraer a un coste económico y ambiental aún mayor, la demanda podría
satisfacerse sin problema al menos durante un siglo. Pero el suministro de
combustibles fósiles, como sabemos, está asociado a riesgos ambientales
(especialmente para el clima) y geopolíticos. La compañía BP expone en su
informe Statistical Review 2012 que,
debido a las revueltas en el mundo árabe y al terremoto de Japón, “2011 vio, por primera vez, cómo el precio
medio anual del petróleo superaba los 100 dólares”. Y ello a pesar de que se
usaron las reservas estratégicas y los países de la OPEP aumentaron la
producción.
Materias primas
críticas
Ante la creciente presión sobre las materias primas, la UE
puso en marcha un grupo de trabajo para identificar las materias primas
críticas. Se trata de 41 minerales y metales cuya falta provocaría un impacto
muy negativo sobre la economía. Catorce de ellos son especialmente críticos
(antimonio, berilio, cobalto, grafito, metales del grupo del platino, tierras
raras, etc.).Como el grupo del platino y las tierras raras comprenden varias
materias primas, en realidad la lista asciende a 35 sustancias, muy usadas especialmente
en industrias de alto contenido tecnológico.
La UE ha identificado dos tipos de riesgos asociados a estos materiales:
de suministro, habida cuenta de las consideraciones geopolíticas, y
ambientales, debidos a la insuficiente protección del medio ambiente en los
países productores. China, Rusia, Congo y Brasil son los principales
productores de este grupo de materias primas.
El papel de China y de
otros actores globales
Pero el papel de China no se limita a productor principal de
algunas de las materias críticas, como las tierras raras. Su creciente mercado
engulle una porción cada vez mayor de los recursos mundiales. Es el caso de las
citadas tierras raras, pero también de otros productos. Un estudio del
Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales del Gobierno alemán
señala que, en 2005, el consumo promedio de China representaba el 26,3 por
ciento del consumo mundial de estos nueve productos: acero, aluminio, carbón,
cobre, estaño, níquel, petróleo, plomo y zinc. En 2010 rozaba ya el 39,9 por
ciento. Asimismo, es bien conocida la toma de posiciones de China en los
mercados de minerales, mediante la inversión en grandes compañías mineras
occidentales, y del petróleo, a través de acuerdos para asegurar su
abastecimiento. Asimismo está adquiriendo tierras en países en vías de
desarrollo, que le dan además acceso a grandes reservas de agua. No es la
única, ya que India, Corea o varios petroestados de Oriente Medio están
haciendo lo mismo; pero sí es la principal. Por tanto, las economías emergentes
se suman a la carrera por la dominación de los recursos que ya condujo a las
potencias europeas a crear imperios y a guerrear entre ellas por mantenerlos.
Los RNE son la base de todo nuestro consumo. ¿Podrá su
limitada disponibilidad satisfacer indefinidamente la creciente demanda? La
respuesta podría ser “no”. Seamos previsores. Reduzcamos su consumo; sirvámonos
de la tecnología para reutilizar, reciclar y ganar eficiencia. Seamos
conscientes de que, muy probablemente, si nuestro consumo sigue creciendo llegará
el momento en que no habrá para todos; pero no porque, como ocurre ahora, los
recursos estén mal distribuidos sino porque, sencillamente, no habrá suficiente para cubrir las necesidades de las más de 9.000 millones de personas que habitaremos la Tierra a mediados de siglo. Garantizar
su uso sostenible y establecer los mecanismos de redistribución adecuados evitaría
que en un futuro no muy lejano cada vez más personas se vean privadas de un
nivel de vida digno y surjan respuestas violentas a las tensiones geopolíticas.
Por Miguel Á. Ortega
Por Miguel Á. Ortega
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